Elegir para mi es como el eterno dilema del ser o no ser...
Recuerdo aquella tarde en la que, toda decidida, entré en la perfumeria... Cruzar la entrada de ese lugar suponía para mí una especie de trauma, porque sabía que al adentrarme en ese mundo de olores e incluso de texturas ponía en riesgo mi tranquilidad... y mi tiempo. Entrar allí era sentir una explosión de dudas, que se apelotonaban en mi cabeza... Entrar allí era percibir cómo se me abrían los ojos como platos al ver tantas y tantas cosas... Entrar allí era mostrar mi faceta más curiosa... dando vueltas de un lado a otro, como perdida... Entrar alli era... una locura.
Aquella tarde llevaba una idea fija de lo que quería, o al menos, eso pensaba... Un body milk, tan sólo necesitaba eso... Así que me dirigí directamente a los estantes en donde estaban... Obvié, con mucho esfuerzo, todos los mensajes que mi nariz, mi vista, mi imaginación recibían y llegué a mi destino... Allí estaba... observando como una boba todos y cada uno de los productos que poblaban las estanterías... Había muchísimos más de los que esperaba y comencé a sentir esa sensación que tanto intentaba evitar... Me estaba costando elegir.
Había pasado mucho tiempo... Juraría que casi una hora desde que había entrado en la perfumería... Y, al fin, había elegido lo que iba a llevarme... La investigación había dado sus frutos... Menos mal... Terminé comprándome un aceite...
Antes de irme a casa me paré en la tienda de gominolas... Aunque me arrepentí al minuto, más que nada porque las dudas, el dilema de qué elegir me asaltó de nuevo... La verdad es que todas parecían estar muy apetecibles... Terminé llevándome una de cada...
Porque sí, a pesar de que normalmente tengo las cosas bastante claras, me cuesta elegir... Me cuesta horrores elegir... Me cuesta elegir la peli cuando vamos al cine, de hecho, siempre lo evito... Me cuesta elegir la foto que quiero elegir... Me cuesta elegir entre si te quedas abajo o te invito a subir, entre Campanilla o Caperucita, entre falda o vestido, ente zumo de piña o de naranja... Me cuesta elegir el lugar donde nos tomamos la primera copa, la canción que más me gusta de Simon, si por fin, comienzo a ignorarte o si prefiero seguir haciéndote caso... Me ha costado elegir incluso, cómo empezaba a escribir estas líneas... Y me está costando elegir entre terminar o seguir.

1 comentario:
A mi me parece que sabes elegir, al menos, las palabras. Me alegra leer tus post, ¿sabes que hacen sentirse a uno acompañado? Te invito a mi espacio.
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