Jugar al baloncesto era su mayor pasión. Pero si no quería quedarse de suplente sentado en la silla, debía renunciar a su orgullo y enfundarse el disfraz de pollo una vez cada quince días y animar al público. Ese era el "impuesto" que tenía que pagar a los Chickens -y a su entrenador- si quería pisar la cancha y tener minutos. Su abuela siempre le decía que su entrenador se movía a golpe de talonario y que eso era injusto porque él jugaba muy bien; siempre le decía que llegaría el momento en que lo valorasen por lo que él era. En la habitación del hotel en el que se alojaba, vinieron a su mente recuerdos de la infancia, jugando en el parque, siendo la máxima atracción de todos los niños, que querían encestar como lo hacía él. Y sonrió recordando tiempos mejores. Ahora sólo deseaba montarse de nuevo en el avión, llegar a casa y recibir el cariño de su abuela.
Palabras elegidas: baloncesto, silla, pollo, impuesto, abuela, talonario, hotel, parque, atracción, avión.

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