martes, 1 de junio de 2010

Otra noche...sola.

Después de cien mil vueltas en la cama, se abrazó a su almohada y jugó a imaginarse que él estaba de vuelta, que ya nunca volvería a sentir que la cama se volvía kilométrica en su ausencia. Por jugar a imaginar aún no había que pagar, de momento. Poco a poco, el sueño se compadeció de ella y así otra noche dio cien mil vueltas, jugó a imaginar, durmió y soñó... sola.

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