Te voy a contar un secreto: nunca conseguí aprenderme el Padrenuestro. Cuando la abuela me llevaba a misa, jugaba entre los bancos, buscaba coches inexistentes en el confesionario, gritaba "yo también quiero un caramelo" cuando iban a comulgar... Y el Padrenuestro no me lo aprendía. A veces, a la abuela le entraba la neura y me bañaba en agua bendita al llegar a casa. Entonces, al día siguiente hacía la peor de las travesuras... Inolvidables recuerdos de niñez!!! Me entristece tanto que la abuela ya no esté entre nosotros...
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