Una de las ventajas que tiene nuestro sistema sanitario es que aunque tengas cita para una determinada hora nunca -o casi nunca- existe puntualidad a la hora de llamarte para entrar en consulta. Sí, sí... he escrito bien: ventajas! Vale que en ocasiones nos desesperamos porque tenemos que pasarnos allí un montón de rato esperando... Pero eso es porque no le vemos el lado positivo a la situación. Porque sí... todo tiene su lado positivo -o eso me dicen siempre a mí.
La ventaja que tiene es que en ese tiempo de retraso puedes participar en el proceso de interacción de todos los que, como tú, tienen que resignarse a esperar a que los llamen. Dicho de otra forma: que se puede cotillear!!
No me negaréis que no se os pasa el tiempo más rápido cuando encendéis la parabólica -inconscientemente- y os sumergís en todas esas vidas problemáticas -cada una más que la otra, no vaya uno a quedar mal ante los demás. Y no me negaréis que cuando, por fin, escucháis vuestro nombre os da una rabia terrible porque justo os perdéis la parte más interesante de la historia...
Así es la vida en las salas de espera de nuestros centros de salud... sobre todo, si eres habitante de un pueblo pequeño en el que todo, o casi todo, el mundo se conoce. Que después cuando llegas a tu casa tienes la cabeza saturada de tanto cotilleo e incluso te compadeces de todas sus desgracias.
Pues hoy, la aquí presente, ha tenido el privilegio de formar parte de uno de esos procesos de interacción tan importantes en la vida de los humanos. Durante casi una hora -el tiempo que llevaba de retraso la doctora con las consultas- he podido comprobar como de un mero comentario de un señor se ha llegado a casi un total movimiento revolucionario.
Pero he de decir que no era para menos... Al señor ese alguien le había comentado que los aparatos esos que se había comprado para poder ver la tele -los de la tdt- no iban a servir a partir del 1 de enero del próximo año. Y claro, el señor estaba todo preocupado porque se había gastado 60 euros tan sólo hace unos meses y ahora resulta que esos aparatos serían inservibles.
El comentario se extendió como la pólvora entre los que allí estábamos y un estado de psicosis comenzó a palparse en el ambiente. El señor seguía diciendo que esa misma persona le había aconsejado comprarse un televisor nuevo y nos proponía a todos los demás que hiciésemos lo mismo que él. "Imaginaros que justo después de las campanadas nos quedamos sin televisión... Porque después de las campanadas ya es dia 1 del próximo año".
La gente comenzaba a desesperarse -y no precisamente porque la doctora aún no los había llamado. Trazaban planes para poder comprarse una tele nueva cuanto antes, no fuese a ser que ante tal catástrofe quedase deshabastecido el mercado.
Pero lo peor vino cuando el mismo señor que había lanzado la noticia apocalíptica explicó que tendrían que deshacerse ellos mismos de las televisiones viejas y de los aparatos inservibles. En ese momento se montó la mariomorena y los murmullos fueron cada vez más altos, teniendo que llamar al orden el recepcionista del centro de salud.
La verdad es que no sé como terminó la historia porque justo en el momento más interesante oí pronunciar mi nombre y tuve que entrar en la consulta. Cachis!!! Al salir, los ánimos ya parecían bastante más apaciguados, pero pude descubrir la identidad de quien le había dicho al señor aquel toda la historia de los dichosos aparatos...
Os imagináis quién pudo haber sido?? Lo dejo a vuestra imaginación...
La ventaja que tiene es que en ese tiempo de retraso puedes participar en el proceso de interacción de todos los que, como tú, tienen que resignarse a esperar a que los llamen. Dicho de otra forma: que se puede cotillear!!
No me negaréis que no se os pasa el tiempo más rápido cuando encendéis la parabólica -inconscientemente- y os sumergís en todas esas vidas problemáticas -cada una más que la otra, no vaya uno a quedar mal ante los demás. Y no me negaréis que cuando, por fin, escucháis vuestro nombre os da una rabia terrible porque justo os perdéis la parte más interesante de la historia...
Así es la vida en las salas de espera de nuestros centros de salud... sobre todo, si eres habitante de un pueblo pequeño en el que todo, o casi todo, el mundo se conoce. Que después cuando llegas a tu casa tienes la cabeza saturada de tanto cotilleo e incluso te compadeces de todas sus desgracias.
Pues hoy, la aquí presente, ha tenido el privilegio de formar parte de uno de esos procesos de interacción tan importantes en la vida de los humanos. Durante casi una hora -el tiempo que llevaba de retraso la doctora con las consultas- he podido comprobar como de un mero comentario de un señor se ha llegado a casi un total movimiento revolucionario.
Pero he de decir que no era para menos... Al señor ese alguien le había comentado que los aparatos esos que se había comprado para poder ver la tele -los de la tdt- no iban a servir a partir del 1 de enero del próximo año. Y claro, el señor estaba todo preocupado porque se había gastado 60 euros tan sólo hace unos meses y ahora resulta que esos aparatos serían inservibles.
El comentario se extendió como la pólvora entre los que allí estábamos y un estado de psicosis comenzó a palparse en el ambiente. El señor seguía diciendo que esa misma persona le había aconsejado comprarse un televisor nuevo y nos proponía a todos los demás que hiciésemos lo mismo que él. "Imaginaros que justo después de las campanadas nos quedamos sin televisión... Porque después de las campanadas ya es dia 1 del próximo año".
La gente comenzaba a desesperarse -y no precisamente porque la doctora aún no los había llamado. Trazaban planes para poder comprarse una tele nueva cuanto antes, no fuese a ser que ante tal catástrofe quedase deshabastecido el mercado.
Pero lo peor vino cuando el mismo señor que había lanzado la noticia apocalíptica explicó que tendrían que deshacerse ellos mismos de las televisiones viejas y de los aparatos inservibles. En ese momento se montó la mariomorena y los murmullos fueron cada vez más altos, teniendo que llamar al orden el recepcionista del centro de salud.
La verdad es que no sé como terminó la historia porque justo en el momento más interesante oí pronunciar mi nombre y tuve que entrar en la consulta. Cachis!!! Al salir, los ánimos ya parecían bastante más apaciguados, pero pude descubrir la identidad de quien le había dicho al señor aquel toda la historia de los dichosos aparatos...
Os imagináis quién pudo haber sido?? Lo dejo a vuestra imaginación...

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